El trabajo es ese lugar en el que entramos con algunas obligaciones y salimos con unas cuantas más. ¿Nos motiva? Claro ¿Satisface ciertas inquietudes? Por supuesto. Pero también exige una fidelidad que a veces cuesta sostener. Por esto y por las necesidades propias de la labor, en ciertas ocasiones provoca tensiones que afectan al rendimiento y que debemos solventar con soluciones imaginativas.
Esas soluciones imaginativas pueden agruparse bajo una misma palabra: diversión. En efecto, trabajo y diversión no son como el agua y el aceite, o al menos no deberían serlo. Existen estrategias que pueden amenizar las obligaciones laborales y convertir la oficina en un lugar más emocionante. Un sitio en el que compaginar vocación y diversión para que al final del día, después de las ocho horas correspondientes, no nos preguntemos: ¿y yo qué hago aquí?
1. Fomentar el compañerismo. Es lo básico, crear un ambiente de trabajadores bien avenidos. Sirve para favorecer una mejor comunicación, aumentar el rendimiento y la productividad (se ayudarán los unos a los otros compartiendo tareas y conocimientos), y ayuda también a crear un clima en el que las sonrisas no terminen siendo una marcianada.
2. Tecnología de gamificación. Es uno de los conceptos del momento, consiste en emplear las dinámicas del juego para involucrar a los empleados en tareas que de otra forma resultan más farragosas. La clave del éxito consiste en conseguir que tanto la empresa como los empleados encuentren cierta emoción en la actividad. Porque –una vez más– sí es posible conciliar trabajo y emoción.
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3. Reforzar la fidelidad a la marca. Construir una buena cultura de empresa con la que los empleados se sientan identificados –de manera proactiva– tiene dos beneficios: conseguir que los empleados se conviertan en embajadores de la marca y lograr que vayan a trabajar con un ánimo añadido.
4. Competencia sana. Estrategias como la gamificación anteriormente mencionada ayudan a crear una competencia sana entre los empleados. Esa competencia es el motor de muchos negocios, especialmente aquellos en los que se trabaja por objetivos, de modo que convertirla en algo divertido garantiza productividad y cierto grado de emoción. Algo así como aplicar los fundamentos del deporte de élite al mundo empresa.
5. Las celebraciones son importantes. Normalmente se pasan por alto los pequeños logros de la empresa y se centra la atención en aquello que no va tan bien. Es una actitud injusta y profundamente desalentadora. Una empresa debe encontrar la manera de reconocer los logros de sus empleados e incluso celebrarlos, a su manera, con recompensas o reconocimientos públicos. Cuidar al empleado es sinónimo de cuidar la empresa.
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6. El momento comida. Si se trabaja a jornada partida, el momento de la comida es perfecto para relajarse y poner en común cuestiones ciertamente banales que en la vorágine del trabajo son complicadas de tratar. No es cuestión de obligar a la gente a que coma junta, pero si lo hacen por voluntad propia, cuidar ese momento y fomentar relaciones agradable también sumará en el propósito de la diversión.
7. Team Building. Saca al equipo de la oficina, que respire, que se relacione en circunstancias ajenas a la rutina del día a día. Los ejercicios de team building sirve para que las diferentes piezas del equipo aprecien el valor de sus compañeros en labores que no acostumbran a hacer. Servirá para eso y para pasárselo bien juntos: a veces eso también hay que aprenderlo.