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Empieza gratis hoyLos impuestos son cruciales para el funcionamiento de la economía, ya que son la principal fuente de ingresos para los gobiernos, lo que permite financiar servicios públicos esenciales como la educación, la salud, la infraestructura y la seguridad.
En este contexto, los impuestos progresivos se erigen como una herramienta clave para promover la equidad fiscal y reducir las brechas de desigualdad en la sociedad. Pero, ¿en qué consisten realmente estos impuestos y cómo impactan en la economía y la sociedad española? En este artículo, explicaremos cuál es su finalidad y los diferentes tipos que existen, con un enfoque específico en el caso de España de la mano de expertos en Economía y Derecho.
¿Qué son los impuestos progresivos?
Los impuestos progresivos son un tipo de tributación en el cual la tasa impositiva aumenta a medida que lo hace el nivel de ingresos del contribuyente. Es decir, quienes tienen mayores recursos económicos pagan una proporción mayor de sus ingresos en impuestos que aquellos con ingresos más bajos.
Este sistema se contrapone a los impuestos proporcionales, donde la tasa impositiva es constante independientemente del nivel de ingresos, y a los impuestos regresivos, donde la tasa impositiva disminuye a medida que aumentan los ingresos.
Aquí es importante destacar el Principio de Progresividad que establece que aquellos que más tienen deben contribuir proporcionalmente más al sostenimiento del gasto público. Este principio, ampliamente aceptado en la teoría fiscal, busca garantizar una distribución más equitativa de la carga tributaria y promover la justicia social.
¿Cuál es el objetivo de los impuestos progresivos en la economía?
El doctor en Economía del Colegio de Economistas de Madrid, Julián Salcedo Gómez, explica para Holded que “los impuestos progresivos persiguen redistribuir la renta y la riqueza de forma más equitativa y justa, de forma que sean las rentas más altas las que soporten una carga tributaria mayor, mientras que sea menor para las rentas más bajas. Esto es, a mayor capacidad económica, mayor carga fiscal”.
En este sentido, explica que “el impuesto típico progresivo en España es el IRPF, cuyo tipo impositivo es creciente a medida que también crece la base imponible, que está divida en una escala de cinco tramos”. Y añade: “Los impuestos progresivos, también el IRPF, suelen tener un mínimo exento para evitar que las rentas más bajas, las inferiores al mínimo exento, no tengan que declarar, lo que favorece la progresividad del impuesto”.
Por su parte, el catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad CEU San Pablo, Juan Ignacio Gorospe, señala que “la progresividad es un fenómeno ligado al desarrollo de los sistemas tributarios contemporáneos. Su finalidad es asignar a la Hacienda Pública una función redistributiva”.
Y añade: “La progresividad y el objetivo de redistribución de la renta tienen una profunda conexión con el valor de la igualdad, entendida como criterio material que debe ser hecha efectiva también con el concurso de los poderes públicos”.
¿En qué se diferencian los impuestos progresivos de los impuestos proporcionales?
“Los impuestos proporcionales son aquellos cuyo tipo impositivo es fijo, no varía atendiendo a la capacidad adquisitiva del sujeto pasivo, por ello, no cumplen una función redistributiva. La diferencia es justamente esa: el tipo impositivo no varía aunque lo haga la renta, por lo que no tiene en cuenta la capacidad adquisitiva del contribuyente”, señala Salcedo.
En otras palabras, en un sistema proporcional, todos los contribuyentes pagan la misma proporción de sus ingresos en impuestos, independientemente de su nivel de ingresos.
“Los impuestos típicos proporcionales en España son el IVA y el Impuesto de Sociedades (IS), aunque el IVA tiene tipos diferenciados según el bien o servicio de que se trate, y el IS también tiene tipos diferenciados según la sociedad de que se trate (con carácter general el 25%, el 23% para sociedades con una cifra de ingresos inferior o igual a un millón de euros, el 15% para startups, llegando hasta el 30% cuando se trata de entidades de crédito). El hecho de que haya diferentes tipos impositivos según el tipo de sociedad de que se trate no implica que el impuesto no sea proporcional”, explica el experto del Colegio de Economistas de Madrid.
¿Cuáles son los tipos de impuestos progresivos que exiten?
Existen varios tipos de impuestos progresivos, cada uno diseñado para gravar diferentes fuentes de ingresos y actividades económicas. Los más conocidos son:
- Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF): Grava los ingresos obtenidos por las personas físicas en función de su nivel de renta. En España, el IRPF es uno de los principales impuestos progresivos y su estructura impositiva contempla diferentes tramos de ingresos, con tasas impositivas crecientes a medida que aumenta la renta del contribuyente.
- Impuesto de Sucesiones y Donaciones: Hace referencia a las transmisiones gratuitas de bienes y derechos entre personas vivas, así como las herencias. En España, este impuesto varía en función de la relación entre el donante o fallecido y el receptor, con exenciones y reducciones para determinados casos.
- Impuesto sobre el Patrimonio: Es decir, sobre la riqueza y el patrimonio de las personas físicas y jurídicas. En España, este impuesto se aplica sobre el valor neto de los bienes y derechos del contribuyente, con diferentes tramos y tipos impositivos en función del valor del patrimonio.
Ejemplos prácticos de impuestos progresivos en España
Para entender mejor cómo funcionan los impuestos progresivos en la práctica, consideremos el caso que nos ofrece Gorospe:
Los impuestos progresivos son: el IRPF, el Impuesto sobre el Patrimonio o el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. Las tarifas progresivas de estos impuestos establecen varios escalones, de modo que a cada uno de ellos se le aplica un tipo de gravamen distinto.
Así, en el IRPF el primer tramo de hasta 12.450 euros tiene un tipo del 19%; hasta 20.199 euros un 24% y hasta 35.199 euros un 30%. A partir de 59.999 euros se aplica el 45% y a partir de 300.000 euros el 47%.
Por ejemplo, un contribuyente con una renta neta –base del impuesto– de 30.000 euros tendría que hacer los siguientes cálculos: 12.450 x 19% + 7.750 x 24% + 9.800 x 30% = 7.165,5 euros.
Si dividimos la cuota entre la base del impuesto, hallamos el tipo medio de gravamen, que nos permite saber el tipo aplicable a toda la renta. En nuestro ejemplo sería: 7.165,5 / 30.000 = 23,88%. En cambio, una base de 10.000 euros tributaría al 19%.
También sería progresivo un IRPF con un tipo proporcional del 30% y un mínimo exento de 10.000 euros. En este caso, a una base de 30.000 euros le correspondería un tipo de gravamen del 30% sobre 20.000 euros, en total 6.000 euros. El tipo medio de gravamen sería el 20%. Si la base fueran 10.000 el tipo sería 0%.
Preguntas frecuentes
¿Qué son los impuestos regresivos?
Los impuestos regresivos, según explica Salcedo, “son aquellos en los que los contribuyentes sujetos pasivos con menor nivel de renta o riqueza soportan una mayor carga fiscal, es decir, pagan proporcionalmente un mayor importe aquellos que declaran menores ingresos/renta o menor riqueza/patrimonio”.
Esto significa que las personas con menores recursos económicos terminan pagando una proporción mayor de sus ingresos en impuestos que aquellos con mayores ingresos. Es decir, no se tiene en cuenta la renta de la persona física.
“Están prohibidos por nuestra Constitución, que establece la obligación de contribuir de acuerdo con la capacidad económica de cada contribuyente, mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad. No obstante, el Tribunal Constitucional permite que en la determinación de un tributo un aspecto pueda tener un efecto regresivo si la medida tiene una incidencia menor, pues ello no convierte al tributo en regresivo ni a la medida en inconstitucional (STC 7/2010, FJ 4 b]”, explica el catedrático de la Universidad CEU San Pablo.
Aunque es cierto que el sistema tributario español tiende a ser progresivo, también existen impuestos que pueden considerarse regresivos en la práctica como, por ejemplo, el IVA. Aunque existen tipos reducidos para algunos productos básicos, en general, el IVA se aplica de la misma manera, independientemente del nivel de ingresos del consumidor, lo que afecta a las personas con menores recursos.
Como ejemplo, supongamos que hay dos personas, cada una con ingresos mensuales diferentes. La primera persona gana 1.000 euros al mes, mientras que la segunda gana 3.000 euros al mes. Ahora consideremos el impuesto regresivo como el IVA, que se aplica a las compras de bienes y servicios en España a una tasa del 21%. Supongamos que las dos personas deciden gastar 200 euros al mes en productos gravados con el IVA.
Para la primera sería este el impacto:
– Gasto mensual: 200 euros
– IVA a pagar (21% de 200 euros): 42 euros
– de ingresos destinado al IVA (42 euros / 1,000 euros): 4.2%
Para la segunda, el siguiente:
– Gasto mensual: 200 euros
– IVA a pagar (21% de 200 euros): 42 euros
– Porcentaje de ingresos destinado al IVA (42 euros / 3,000 euros): 1.4%
En este ejemplo, aunque las dos personas gastan la misma cantidad en productos sujetos al IVA, el impacto del impuesto es mucho mayor para la persona que cobra 1.000 euros en términos proporcionales. Mientras que destina el 4.2% de sus ingresos al IVA, la persona que gana 3.000 euros solo destina el 1.4%. Esto muestra cómo el IVA, al ser un impuesto regresivo, afecta de manera desproporcionada a las personas con ingresos más bajos.
¿Cómo y cuándo se declaran los impuestos progresivos?
En España, la declaración y el pago de los impuestos progresivos, como el IRPF, se realizan anualmente. Los contribuyentes deben presentar su declaración de la renta antes de la fecha límite establecida por la Administración Tributaria y liquidar el impuesto de acuerdo con las tasas impositivas y los tramos de renta correspondientes.
“Los impuestos, sean progresivos o proporcionales, se soportan cuando tiene lugar la realización del hecho imponible (por ejemplo, en el IVA al realizar las compra de un bien o la adquisición de un servicio, se paga el IVA), pero su declaración por el sujeto pasivo obligado tiene lugar en los plazos establecidos en la normativa del impuesto de que se trate (en el IVA, según el sujeto pasivo de que se trate, su volumen de operaciones, su tipo de actividad, la declaración puede ser mensual o trimestral)”, añade Salcedo.
Por su parte, Gorospe concluye que los impuestos progresivos “permiten atender al principio hacendístico de redistribución de la renta, pero si son excesivos pueden atentar contra el principio de no confiscatoriedad y el derecho de propiedad”. Por ejemplo, indica, “en algunas comunidades autónomas el impuesto sobre la renta de las personas físicas alcanza un tipo de gravamen superior al 50% y el impuesto sobre sucesiones y donaciones puede llegar al 80% por aplicación del coeficiente multiplicador cuando no hay una relación cercana de parentesco”.
En resumen, los impuestos progresivos desempeñan un papel crucial en la promoción de la equidad fiscal y la reducción de las desigualdades económicas en España. Al gravar de manera proporcional a quienes más tienen, estos impuestos contribuyen a financiar los servicios públicos y promover un desarrollo económico más inclusivo y sostenible.