Odd Kiosk ha revolucionado cualquier convención del mundo del kiosco en particular, y del empresarial en general, al ser el primero del mundo en autoproclamarse queer. Desde que se puso en marcha hace un par de años, se ha convertido en todo un símbolo del barrio de L’Eixample del que sus vecinos están más que orgullosos.
No es nada fácil llevar un kiosco
Lo sé de primera mano porque fui ayudante de kiosco en mi adolescencia. Estar pendiente de los pagos de la clientela que viene y va, hacer de psicólogo del vecindario, ser preguntado por cualquier cosa posible por cualquier transeúnte, colocar pedidos, hacer devoluciones… gestionar un kiosco supone resolver muchos problemas en muy poco tiempo.
Por eso pensé desde un primer momento que Odd Kiosk debería protagonizar uno de nuestros Stories, mostrando cómo un kiosco puede ser muy diferente al de ‘toda la vida’ y demostrando que nada está escrito dentro del mundo del emprendimiento.
Me puse en contacto con sus creadores, Txema e Iván, para saber más sobre ellos y me invitaron a conocerlos en una charla que iban a dar junto a Simón, la persona que trabaja con ellos en el kiosco, titulada Abrir espacios seguros y diurnos LGTBIQ+. El acto tuvo lugar en la tienda Vans de Barcelona donde, en colaboración con la marca, y bajo el paraguas ‘Together as ourselves’, ofrecen ilustraciones de artistas cercanos a Odd Kiosk (como Alicia Voguel, Dosal o Thomas Grevereu) para conmemorar el Orgullo 2022. Los beneficios irán directamente a la asociación ‘Ahora dónde’, una ONG que ayuda a jóvenes LGTBI que sufren el rechazo de sus familias.
Lo primero que escucho al llegar es a Txema diciendo: “Nunca habíamos abierto un negocio ni habíamos hecho un business plan, pero, ¿sabes qué? Hicimos uno y nos quedó precioso”. No se puede definir mejor a Odd kiosk: cero miedo, toda la pasión del mundo y ganas infinitas de cambiar las cosas.
Un espacio de encuentro
Pero, ¿qué es Odd Kiosk? Lo explica muy bien Simón, la persona que ayuda a Txema y a Iván atendiendo a quien se acerca al kiosco: “Lo que me enamoró de trabajar allí es que un día cualquiera puedes encontrar en la cola del kiosco a una persona que quiere una bolsa para su perro, una Vanguardia y una ilustración de Pepo (Moreno)… pensé «what the fuck – this is amazing» no hay lugares en Barcelona así”. Simón, con una sonrisa de oreja a oreja, continúa describiéndonos por qué es tan importante Odd Kiosk para el barrio: “De repente, tienes un artista de Noruega hablando con una vecina de toda la vida, me parece increíble, y aprendes muchísimo de todos ellos”. Iván incide en esto: “Las personas mayores nos decían que tenían que andar cuatro cuadras para comprar el periódico y bueno, esa es otra parte buena, que une a todo el barrio”.
Por tanto, Odd Kiosk es más que un enclave donde se venden periódicos. Para empezar, porque contiene un catálogo LGTBIQ+ que nunca ha estado tan expuesto a vista de todo el mundo de esta manera tan evidente: “Tenemos revistas como ‘Antidote’, ‘Candy’, ‘Kink’ o ‘Girls like us’, fanzines como ‘Barcelona se muere’, ‘Donovan’, ‘No quiero ser como tú’, ilustraciones de artistas gays, queer y mucho más… hay menos libros porque ya hay dos librerías LGTBIQ+ en Barcelona y queremos que los nuestros sean libros no tan de lectura, sino más artísticos”.
Y, por si fuera poco, café del bueno (además de refrescos y snacks ecológicos). Txema nos cuenta cómo pensaron poner la guinda al kiosco con un café a la altura: “Veíamos el café como muy en la línea del producto que vendemos. Es como leer una revista en tu casa mientras te tomas un café. Y además es café Nomad, que es muy bueno”.
Ahora, después de dos años, Odd Kiosk es tremendamente reconocido, pero Txema e Iván nos recuerdan cómo fue el punto de partida. Spoiler: no fue fácil.
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No hay momento ni lugar equivocado
Txema e Iván se conocieron mientras trabajaban en un Pans & Company a los 16 y 18 años, respectivamente, hace ya mucho tiempo, y siempre estaban pensando en cosas que hacer juntos. En 2020, la siguiente parada era México, pero el destino tenía preparado otros planes, como para tantos otros emprendedores. Iván lo recalca apesadumbrado: “Queríamos conocer la cultura mexicana… entonces llegó la pandemia.” Precisamente, ese paso atrás, les hizo reflexionar sobre el siguiente impulso.
Entonces, planeando proyectos que pudiesen ponerse en marcha ya y que tuviesen recorrido en el tiempo, se les vino a la cabeza posibles bienes esenciales que la gente necesitase en todo momento (con o sin pandemia) y, ¡BOOM!, un kiosco apareció en sus cabezas. Pero, claro, hablamos de un negocio al fin y al cabo, y las ideas molan hasta que cuestan dinero. Aunque, escuchando a Txema, parece que lo vieron claro desde el principio: “Vimos que podía ser un negocio rentable, con un alquiler barato en cierta medida…”. El problema es que, en ese preciso momento, digamos que los kioscos no eran trending topic. Iván nos da algo de contexto: ”De 400 kioscos que quedaban en Barcelona, 80 estaban cerrados, el Ajuntament se los quería quitar de encima”.
Después de peinar todos los kioscos disponibles a través de milanuncios.com, se enamoraron del que ocupan hoy actualmente, pero (otro pero más, y no sería el último) ya estaba ‘apalabrado con otra empresa’. Pasó el tiempo y se dieron cuenta de que si no era ese, no tenía sentido, así que volvieron a la casilla de salida. Txema lo recuerda: “Pensamos: retomemos México y a otra cosa… y entonces al día siguiente nos llamó el del kiosco que estaba reservado, que ya no estaba reservado”.
Con la gran noticia no acabó la lucha: “No nos dieron ayudas ICO, ni préstamos… casi lo dejamos. Suerte que familia y amigos apoyaron el proyecto… también, aparte de dinero, con la experiencia para llevarlo a cabo, amigos abogados como Joan, por ejemplo…”, nos cuenta Iván.
Dar la vuelta a todo lo malo
El proyecto desde el principio, según ellos, estaba muy claro, y se ve en la seguridad y en la alegría con la que Txema e Iván nos cuentan ese proceso de ideación, en el que como arquitecto y diseñador, respectivamente (aunque los dos compartan un extraordinario amor por el diseño gráfico), cada uno puso todo su talento para el nacimiento de Odd Kiosk.
Iván nos habla del diseño de marca: “Era muy importante para nosotros. En cuanto a diseño queríamos una identidad muy marcada y elegimos el rosa porque está siempre como asociado a las chicas y así podíamos darle la vuelta para hacer algo diferente”. El nombre, por supuesto, también es una declaración de intenciones: “Odd porque es raro en inglés, es como una palabra negativa que le queríamos dar la vuelta y la gracia era buscar algo que fuera negativo y convertirlo en un concepto guay para gente queer, pero para todo tipo de gente que se siente diferente”.
Pero, claro, una idea de negocio tan rompedora tenía que caber en un espacio tan ‘clásico’ como el de un kiosco de toda la vida y, para ello, Txema apostó por no destruir, sino realzar lo mejor: “No queríamos tocar estructuralmente el kiosco”. Aunque, como dice Iván, sí que hubo que hacer algún cambio en la distribución: “Los kioscos de antes estaban llenos de mierda, iluminación mala, es como si ocultaran el interior, nosotros queríamos realzarlo”.
Hacer las cosas con amor
Esto entronca perfectamente con la misión de abrir espacios queer diurnos y seguros, de sacarlos a la luz, de visibilizarlos, ya que siempre han estado asociados a la noche, a espacios muy cerrados, oscuros. Y este es el éxito de Odd Kiosk, un éxito, por otra parte, muy inesperado, en palabras de Txema: “Yo pensaba que al principio el kiosco sería nuestra oficina y que no iba a venir nadie, que estaríamos sentaditos vendiendo periódicos y ‘palante. Pero cuando salimos, tuvimos un impacto increíble. El primer fin de semana subimos dos mil seguidores”. Y continúa: “Nosotros no mandamos ni un mail y hablamos con La Vanguardia, El Periódico… hasta con la Vogue”.
Esto desembocó en que ambos tuvieron que repartirse sus actuales trabajos con el kiosco y contratar a alguien como Simón, que esté al pie del cañón en el día a día del kiosco. ¿Por qué este éxito? Txema responde con seguridad: “Nació porque era algo bonito y no pensábamos en el impacto empresarial y mira, cuando haces las cosas con amor, te sorprendes.
No obstante, la transgresión siempre encuentra piedras en el camino. Aunque es verdad que Iván destaca que no han sido muchos los borrones, alguna anécdota negativa ha demostrado que no todos los ojos miran con el mismo respeto a espacios tan valientes como este: “El otro día había un pene en una portada, así erecto, en una revista artística y, a ver, es arte… Pues vino un padre ‘tened cuidado porque aquí hay una guardería’… y yo: perdona, creo que tendrías que tener cuidado tú de cómo educar a tus hijos, que los niños están todo el día viendo guerra e imágenes que no deberían, nosotros aquí simplemente enseñamos arte y respeto”.
Romper las normas… cada día
¿Es Odd kiosk algo temporal? ¿Hay futuro? Iván va incluso más allá: “Nos gustaría que este proyecto plantase la semillita para que otra gente empiece a tener otros proyectos, espacios abiertos, diurnos, diferentes, en la ciudad”. Y continúa: “Creo que es un momento guay en la sociedad en la que estamos, para abrir más espacios feministas, antirracistas y sociales”. Txema ahonda en este mensaje: “Tener ciertas obras y revistas y estos productos, al final, hace que la gente entienda que pueden convivir en ese espacio”.
Txema, para finalizar, comparte esa emoción y esa mirada alegre y valiente a lo que está por venir: “Sabíamos que nuestro espacio y nuestro contenido generaría reacciones, porque estamos rompiendo las normas, pero es que no hay otra manera. El Ajuntament, por ejemplo, al principio era escéptico, y ahora abraza nuestra iniciativa y somos un actor válido más en el barrio. Moraleja: rompe las normas… cada día.”
Txema, Iván y Simón se miran y se ríen incrédulos, sabiendo que son parte de una propuesta, abierta, inclusiva, rentable… pero no solo eso, puede que aún no lo sepan – yo creo que sí-, pero desde el número 222 de la calle Valencia, en el barrio de L’Eixample, desde su pequeño kiosco, están abriendo una enorme puerta a un mundo nuevo, un mundo mejor. Es para estar contentos y muy orgullosos.