¿Qué es exactamente una startup zombie? ¿Cómo detectarla? ¿Cómo saber si el estado de tus finanzas te convierte en un zombie empresarial?
Hace unos años, en EEUU se puso de moda el término “empresa zombie” para referirse a todos aquellos bancos totalmente insolventes pero cuyas finanzas se mantenían al día gracias a las inyecciones monetarias del estado. Una vez pasado el (triste) furor de estas empresas, lo de “zombie” empezó a proliferar entre las startups. Y ahí se ha quedado.
¿Por qué? Porque, al fin y al cabo, el modelo empresarial de las startups lo tiene todo para, en algún punto u otro de su trayectoria, quedar totalmente atorado en un estado vegetativo de zombie. Eso no significa, por otra parte, que una startup zombie sea algo malo per sé.
La historia del cine nos ha demostrado que no todos los zombies son malvados y que incluso algunos de ellos tienen corazón… Así que, a continuación, en este artículo encontrarás dos definiciones de startup zombie: una en la que el muerto viviente es el bueno de la película y otra en la que es el monstruo del que hay que huir cuanto más rápido mejor.
La startup zombie buena
Por definición, una startup es una empresa que tiene como objetivo hacerse con la financiación suficiente como para crecer a una escala lo más grande posible, aumentando así su valor de forma exponencial. Pero se dan (muchos) casos en los que la startup no triunfa a este respecto… aunque sí que acaba siendo rentable y teniendo unas finanzas lo suficientemente saneadas como para permitirse pagar a sus empleados cada mes.
Este no es el panorama idóneo. No es lo que realmente busca una startup… Pero tampoco está mal. Nada mal. Y, de hecho, es lo que buscan desesperadamente la mayor parte de las empresas a día de hoy: ser rentables y sostenibles de forma estable.
Lo malo es que la estabilidad por sí sola sin la posibilidad del crecimiento exponencial se traducirá en que tus inversores no te proveerán con una nueva ronda de financiación. Esto anclará a tu startup en una situación estable, pero no lo suficiente como para que los accionistas puedan retornar su inversión o para que tú puedas vender la compañía. ¿Resultado? Una startup zombie. Pero una startup zombie con unas finanzas lo suficientemente solventes como para vivir con ella durante un tiempo más.
La startup zombie mala
Esta es la startup zombie de la que hay que huir como alma que lleva el diablo… Pero ese es el problema. Que, como suele ocurrir en el cine, hay algo que no te permite huir de ella y que, de hecho, te encierra en una habitación a su lado de forma totalmente insostenible. Ese algo son, obviamente, las finanzas.
Y es que el otro tipo de startups zombies que existen son las empresas que son plenamente conscientes de que deben cerrar pero que no tienen la suficiente solvencia económica como para poder permitírselo. Al fin y al cabo, bajar la persiana en un negocio implica todo un conjunto de extras económicos que hay que afrontar con un sobresfuerzo de finanzas: hay que pagar a empleados, accionistas, proveedores… Y eso es una inyección de capital que puede llegar a ser colosal para una startup que no es sostenible.
¿Qué hacer en este caso? Volviendo a las metáforas cinematográficas, en este caso la única salida es tirar de la creatividad, sopesar todas las salidas posibles, intentar hacer un último esfuerzo aunque sepas que en él te va la vida por completo… y esperar un poco el milagro. ¡Ah! Y también aprender la lección. Porque el fracaso en el mundo de las startups puede acabar siendo el aprendizaje pluscuamperfecto para afrontar de forma inteligente las finanzas de tu próxima aventura empresarial.