Siempre hay que aprender de las lecciones que nos brinda la historia. Tomemos como ejemplo la vorágine de locura que vivieron los yuppies de los años 90, con su culto al trabajo y al dinero y con su vivir para trabajar más que trabajar para vivir… Ellos fueron los primeros que abrazaron el downshifting. Y deberíamos aprender de ellos.
Pero empecemos por el principio: ¿qué es exactamente el downshifting? Podríamos definir este movimiento como una especie de precedente del wellness actual: una tendencia social a vivir de forma más simple con tal de huir del materialismo desaforado y así, de paso, reducir nuestros niveles de estrés, tensión y todos los trastornos psicológicos que suelen acompañarles.
La idea es encontrar un equilibrio pluscuamperfecto entre el trabajo y la vida, entre las obligaciones y el ocio. Para ello hay que enfocar mejor los objetivos vitales y no dejarse llevar por los objetivos que nos vienen impuestos desde fuera, como puede ser la obsesión con la riqueza o la identificación del éxito personal con la cantidad de bienes materiales que se ostenten.
El downshifting es una opción de vida. Una opción de vida altamente inteligente, como puedes ver… Pero también es una opción de empresa, ya que este estilo de vida puede acabar incidiendo de forma altamente positiva y beneficiosa en tus decisiones empresariales. A continuación te explicamos cómo.
Reducir la deuda
Una de las principales ideas del downshifting es aprender a vivir con menos, minimizar nuestras posesiones materiales a la vez que aprendemos a valorar otro tipo de posesiones. En lo tocante a un negocio, esto es fácilmente aplicable si pensamos que, cuanto menos pretendamos tener, por ejemplo, menor será también nuestra deuda.
Si depuramos los mínimos materiales con los que puede funcionar nuestra empresa, también depuraremos la necesidad de cubrir gastos con créditos y otros métodos que no hacen otra cosa que aumentar nuestro nivel de deuda. Y si todas las decisiones que tomemos en nuestro negocio siguen estas directrices de depuración material, las mejorías serán palpables en un corto espacio de tiempo.
Dejar de trabajar con prisa
Otro de los preceptos del downshifting es vivir sin prisas, detenerse más en el momento presente, disfrutarlo. Un nowness absoluto que nos ayude a extraer no solo lo mejor del momento, sino sobre todo lo mejor de nosotros mismos en un momento concreto… Y esto es algo muy fácil de aplicar en un entorno empresarial. Trabajar sin prisas y con placer solo puede inducir un clima de trabajo en el que la toma de decisiones siempre será mucho más acertada.
No hacer labores que te desagraden
El downshifting proclama que no deberías perder tiempo en labores que te desagraden. Incluso si las haces porque crees que el beneficio a la larga te interesa, nada justifica un presente trufado de momentos miserables. Al aplicar esta enseñanza en un entorno laboral, lo mejor es mirarlo desde el lado puramente práctico: ¿sabes esas personas a las que desagrada su propio trabajo y que, por lo tanto, siempre toman decisiones erróneas que nacen de un desconocimiento (y de una falta de amor) hacia su propia labor? Pues eso.
Aprender que el trabajo no lo es todo
La gran lección final del downshifting es precisamente que el trabajo no lo es todo y que debemos conjugarlo con momentos de ocio para mantener un balance absoluto en nuestra existencia. Y esto podría parecer que es una enseñanza que va contra cualquier tipo de negocio, porque implica trabajar menos… Pero no.
Al fin y al cabo, visto en conjunto, esta tendencia tiene una consecuencia directa: aumentar los niveles de bienestar en quienes lo practican. Y está claro que una decisión tomada en un estado de bienestar siempre será más certera que otra tomada en un clima de tensión y estrés. Así que aplícate el cuento. O, mejor todavía, aplícate el downshifting.