Una microempresa puede contener macroproblemas de todo tipo (finanzas, gestión, etc.)… Por eso necesitas estos cuatro consejos.
Cualquiera podría pensar que una microempresa, por eso de ser “micro”, tiene que ser algo fácil de manejar y, sobre todo, sencillísimo de rentabilizar. Pero ni mucho menos. Si tienes una microempresa, sabrás que necesitas ser un verdadero mago de las finanzas para conseguir que funcione de forma óptima.
Por eso mismo, el presente artículo quiere ofrecerte un total de cuatro claves para que manejar tu microempresa no sea algo que te lleva de cabeza. Al fin y al cabo, lejos de simplificar las cosas, muchas veces su carácter “micro” lo que hace es añadir todo un conjunto de complejidades con las que es necesario tener mucha mano izquierda. Pero repetimos: no te dejes sobrepasar… y sigue leyendo.
Simplifica
Lo más habitual cuando hablaos de una microempresa es que la figura principal, es decir, tú mismo, tienda a centralizar la mayor parte de procesos y a sobrecargarse de trabajo. Pero eso es precisamente lo que debes evitar a toda costa: no deberías asumir más trabajo del necesario, y por eso necesitas simplificar y depurar toda la gestión.
Simplifica, automatiza, agiliza todos los procesos teniendo en cuenta que tu mejor activo eres tú mismo y que no puedes permitir que tu potencial se pierda enterrado bajo todo un conjunto de tareas innecesarias. Esas tareas son las que, si simplificas las líneas de actuación, seguro que puedes quitarte de encima para centrarte así en convertirte en el mago de las finanzas que mencionábamos más arriba.
Delega
En relación al punto anterior de este artículo, toda simplificación ha de conducir a un proceso de delegación que debería funcionar en una doble dirección… Para empezar, es necesario delegar en tu propio equipo, confiar en él y traspasar parte de tu carga de trabajo para poder concentrar tu energía en los procesos que más la necesiten.
Pero, obviamente, estamos hablando de microempresas, y eso significa que, más que probablemente, tu equipo no sea precisamente numeroso. A lo mejor incluso eres tú solo. Aquí es donde entra la segunda dirección del proceso de delegar: considera poner esa carga de trabajo fuera de tu empresa. Gestores, diseñadores, creativos y muchos otros profesionales freelance pueden solucionar tus problemas e incluso aportar aire fresco a tu estructura de trabajo. Y eso nunca viene mal.
Regula
Una microempresa concentra todo el trabajo y la gestión y las finanzas de un empresa grande en una coyuntura de dimensiones “micro”. Y eso puede desembocar en un caos organizativo realmente salvaje. Un caos que debes evitar optimizando la organización al mil por cien: estructura tu día siguiendo una planificación blindada, crea un plan de tareas, etc.
El objetivo es que cojas esta organización con puño de hierro que has impuesto en el interior de tu microempresa y la lleves al exterior: regula cómo funcionas con los agentes externos de tu empresa (proveedores, freelances, clientes y demás) y nunca te saltes esas reglas. Especialmente en lo que concierne a lo económico: si has comunicado a tus pagadores tus reglas de funcionamiento, han de cumplirlas.
Infórmate
Este punto realmente debería haber ido al principio del artículo. Y es que, al fin y al cabo, la información es poder y el empoderamiento es lo que todo emprendedor debería desear para su microempresa. Para empezar, la información es poder legal: el incumplimiento de las normas legales puede acabar con tu aventura empresarial, pero un buen conocimiento del marco legal también puede darle alas.
Ten en cuenta, para acabar, que las leyes cambian, por lo que la información no es algo que deba interesarte en los primeros estadios de tu empresa, sino que es algo que deberías renovar continuamente. Porque, si hay alguien que sabe que una microempresa puede estar llena de macroproblemas, ese eres tú.