En esta nueva edición de #Radar, hablaremos sobre cuatro sitios de Barcelona a los que ir si te gustan los combinados artesanales, con productos de primera calidad y sello especial de la casa.
No sé si es cosa de la edad, pero desde hace un tiempo he dejado los combinados de dos ingredientes, para pasarme a los cócteles más elaborados. Y es que hasta hace poco, no sabía que se podían apreciar tantos sabores en un mismo trago. No se trata de suerte, o casualidad, todo está muy bien pensado cuando se trata de este tipo de bebidas.
A diferencia del vino o la cerveza (te puede gustar todo, claro está. No juzgues como hizo Channing Tatum con Adam Driver), tomarse un cóctel es toda una experiencia. La magia empieza cuando te colocan el posavasos, el traje de las copas. Y no hablo del típico de cartón medio pelado patrocinado por una marca de cerveza, hablo de posavasos a medida y personalizados. Una vez en su sitio, te sirven la bebida para que puedas degustarla a tu ritmo. Esto es importantísimo, porque un cóctel no se bebe con prisa, se bebe con calma, disfrutando.
Los hay de mil tipos: con frutilla, amargos, dulces, muy dulces, para gargantas a prueba de fuego, para espías, como antesala de una fiesta, o como postre para irte a casa después de la cena. Tanto si entiendes del tema, como si eres nueva o nuevo en el mundillo, te voy a recomendar cuatro lugares donde seguro que aciertas.
Bitter: Viladomat, 17
Sant Antoni es uno de mis barrios favoritos de Barcelona. Y no es porque viva en él, que también, es porque, aunque se haya convertido en el punto de encuentro de todos los modernos de la ciudad, sigue manteniendo la esencia del barrio de toda la vida.
Bitter encaja perfectamente en sus calles porque, tanto el local, como la visión de sus fundadores Nat, Dorian y Nacho, desprenden modernez basada en lo tradicional. Me explico: no hay cócteles de gelatina o deconstruidos, pero sí bebidas creadas a partir de la experimentación desde bases clásicas. Un reto delicioso.
El ambiente es relajado e íntimo. Abunda el negro en paredes, barra y parte del mobiliario. Pequeñas luces alumbran los rincones necesarios para crear una atmósfera cómoda y distendida: el mejor escenario para beber lo que te apetezca. Ah, y cuentan con varias tapas que evitarán que salgas como una servidora cuando se toma un par de moscow mule.
Lo mejor, y lo que me encanta de este tipo de locales, es que si no sabes qué pedir, puedes hablar con quien esté detrás de la barra y hablarle de tus preferencias. A los pocos minutos te servirá lo que no sabías que querías, pero que ahora no podrás olvidar.
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Tandem: Aribau, 86
Aún recuerdo la primera vez que fui al Tandem. Era mi estreno en un local especializado y, obviamente, estaba emocionadísima. Al entrar, me sorprendió la exclusividad del ambiente. Es una única estancia con espacio reducido y todo me encajó a la perfección. Barra vintage cuidadísima, sillones de piel marrón, toques dorados y camareros uniformados con chalecos. Vamos, Don Draper se hubiese quedado a vivir aquí.
Si tienes suerte de encontrar un hueco donde acomodarte, en seguida te atienden y empieza lo bueno. No tienen carta, tiran de conocimiento e inspiración: the place to be. ¿Te gustan los cítricos y quieres algo fresco? Superarán tus expectativas. ¿Que quieres algo seco y denso? Más de lo mismo. ¿Algo sin alcohol? También tienen magia para ti.
Un detalle importante, porque estas cosas marcan la diferencia, te obsequian con agua siempre que la necesites.
Paradiso: Rera Palau, 4
Para entrar en el Paradiso, primero has de pasar por el Pastrami Bar. Sí, señora, estamos ante un speakeasy, es decir, un bar clandestino. Tras la una nevera que ocupa media pared en el local de bocadillos se encuentra la cueva de las delicias. Sabes perfectamente que has llegado a Paradiso al ver las lamas de madera que conforman el techo y la barra de la sala.
Lo más curioso de todo, aparte de su cóctel Tesla (no, no se refiere a Musk, sino a Nikola) en el que dos gases hacen una reacción electromagnética muy loca de ver, es su colaboración con LŌV ferments.
Y digo curioso porque hace nada seguimos a Nicolas Lavalliere y Roberto Ruiz, fundadores de la empresa de fermentos y clientes de Holded, durante el proceso de desarrollo de su nuevo y arriesgado ‘experimento’. Su intención es encontrar un sabor único creado exclusivamente para Giacomo Gianotti, propietario de Paradiso y ganador del premio al mejor coctelero de España en 2014.
No sé tú, pero me muero de ganas de probar lo que salga de las manos de todos estos genios.
Sips Drinkery House: Muntaner, 108
Y no lo digo yo, lo dice la lista de los World’s Best Bars que considera a Sips Drinkery House la mejor coctelería del planeta. Y no es para menos, porque nace de la fusión de dos maestros cocteleros: Marc Álvarez, ex-jefe de coctelería de Albert Adrià y Simone Caporale, nombrado cuatro veces mejor coctelero del mundo.
Me hace gracia haber usado casi sin pensar la palabra bármanes porque el Sips no tiene barra. Dispone de varias islas de trabajo, parecidas a las que puedes encontrar en una cocina, donde la o el barman crea dentro y fuera de ella.
Es una distribución interesante, ya que los clientes pueden observar todo lo que ocurre desde las mesas, nadie se pierde nada. Todo combina a la perfección: luz tenue, paredes verde botella a juego con los sillones aterciopelados y el sonido de los artistas trabajando.
En el Sips se unen las bases tradicionales de la coctelería con las nuevas tendencias del momento. Por eso, no es de extrañar que la carta llame tanto la atención. Si te pides un Crypto, deberás degustarlo poniendo la nariz en una cámara olfativa, similar a un huevo abierto. Dicho de otra manera, te beberás lo que huelas. O el Pera + Pera + Pera, adivina… Un cóctel de pera hecho con un destilado de pera, zumo de pera, jarabe de pera y servido en una pera de cera de abeja.
Como ves, las opciones van desde algo casual e íntimo, a exclusivo y fuera de lo común. Lo que es seguro es que: si eliges uno de estos cuatro lugares, acertarás. Disfruta y chinchín.